¿PUEDE EL PROGRESO MATAR AL PROGRESO?

Estoy seguro de que la reacción instintiva a esta pregunta será la de estupor. Creo que yo he sentido lo mismo al escribirlo. Mi pretensión no va más allá de DEJAR EN EL AIRE UNA SERIE DE HECHOS Y CONSIDERACIONES para que cada cual, en función de su interés y deseo, reflexione y se posicione. Hoy toca lógica empresarial con un alto contenido pragmático y ético.

“El arte del progreso consiste en
conservar el orden en medio de los cambios
y garantizar los cambios en medio del orden”

Alfred North Whitehead (1861 – 1947)


“El progreso depende de nuestro cerebro. La parte
más importante de nuestro cerebro, la que es neocortical,
debe utilizarse para ayudar a los demás,
y no solo para hacer descubrimientos”

Rita Levi-Montalcini (1909 – 2012)


UN RESUMEN…

Una de las frases que he escrito de las que estoy más convencido es: “EL PROGRESO SIEMPRE ES BUENO”. Sin embargo, con la misma contundencia debo aclarar que:
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  1. NO HAY PROGRESO SI NO HAY BENEFICIO PARA EL SER HUMANO. El único progreso válido es el que expande el conocimiento y el bienestar del ser humano.
  2. NO HAY PROGRESO SI DETERIORAMOS NUESTRO MEDIO AMBIENTE. En otras palabras: no hay progreso si el progreso de hoy hipoteca el medio ambiente en el que vivirán las generaciones futuras.
Al final, todos los avances que la inteligencia humana pone a nuestros pies depende de un factor trascendental: para qué lo utilizamos y cómo lo utilizamos. En definitiva EL PROGRESO ES TAN BUENO O TAN MALO COMO INTELIGENTE Y ÉTICO ES EL USO QUE HACEMOS DE ÉL.

…Y UNAS REFLEXIONES.

¿Hay un punto en el que dejamos de servirnos de la tecnología para pasar a depender de ella sin tener en cuenta los riesgos que corremos?

El documental “Tormenta solar” producido por A&E Television Networks, LLC en 2010 alerta sobre los efecto catastróficos que podría tener una tormenta electromagnética solar como la de 1859. Mientras que en el siglo XIX tuvo consecuencias muy limitadas, en la actualidad podría dar lugar a un apagón en todo un continente que tardaría, incluso años, en solucionarse. Sería tal su impacto que morirían millones de personas. Como se dice en el propio documental, “esto no es una película de desastres”, son datos científicos.

Jeff Bezos, fundador de Amazon, promete la creación de miles de puestos de trabajo. De lo que no se habla tanto es de los puestos de trabajo que desaparecen entre los competidores que echa del mercado, todo ello debido a la aplicación sistemática de la automatización de procesos y la robotización en el mundo empresarial. Ya son muchas las voces que hablan del enorme peligro que puede crear en nuestro mundo: desempleo masivo, mayor desigualdad en la distribución de la renta y surgimiento de grandes bolsas de pobreza.

La tecnología en el ámbito de la energía nuclear puede ser usada como una fuente limpia e inagotable (caso del hidrógeno) o como una terrible herramienta de destrucción masiva, como en días pasados recordó el Papa Francisco muy preocupado.

La contaminación ambiental, tanto del aire como del subsuelo o del agua dulce o salada empieza a adquirir unos tintes más que preocupantes y comprometedores para las generaciones futuras. Es cierto que se están estudiando soluciones paliativas (cuando lo barato es prevenir) pero de inciertos efectos secundarios. Como podemos comprobar, la preocupación en todo el mundo es creciente debido al deterioro de, por ejemplo, el clima, pero la respuesta que da el mundo es muy lenta y dubitativa.

En el mundo empresarial vivimos deslumbrados por las posibilidades abiertas con la transformación digital, claramente disruptiva. Las empresas relacionadas con el mundo digital atesoran pingües beneficios que son envidiados con muy pocas excepciones. Estamos ante la “fiebre digital” creyendo que el progreso digital convierte en oro todo lo que toca. Además, parece ser que estamos en el nuevo mundo VUCA: hay que correr para no quedarse atrás. “No pienses, ¡corre para no perder el tren!” parece que se nos recomienda. Entre tanto, estrés y desconcierto nos llevan a idear remedios como el paintball, el mindfulness o la PNL que no atacan la raíz del problema. Diríase que tanta urgencia nos hace olvidar el propósito de nuestra vida profesional y nubla la nítida visión del mundo que deberíamos tener.

Nuestro mundo, basado en la tecnología, sube como la espuma, pero también se muestra tan frágil como un castillo de naipes: cada día más alto y cada día más inestable. ¿DEBERÍAMOS RENUNCIAR AL PROGRESO? POR SUPUESTO QUE NO podemos caer en esa simpleza, pero deberíamos tratarlo como un BIEN SOCIAL que beneficie a toda la humanidad. Esto quiere decir que deberíamos evitar los riesgos derivados de un USO INADECUADO, o de una ACELERADA IMPLANTACIÓN del avance tecnológico.

En mi opinión, no tener en cuenta estas cuestiones puede provocar una SITUACIÓN DE CRISIS MUY GRAVE en el mundo, que dé al traste con el progreso. Al menos con ese progreso que debería ser el referente de nuestra actividad: el bienestar de todos.


Emilio Muñoz
Soluciones reales de gestión para la empresa

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